La fiesta albercana por excelencia es la de la Virgen de la Asunción, celebrada el día 15 de agosto como fiesta patronal del pueblo (Diagosto). A lo largo de tres días que siempre tienen su prolongación, se celebran ritos y ceremonias repetidos año tras año:
El Lunes de Pascua, se celebra en las eras el día del Pendón, que arrebataron las albercanas del siglo XV a las tropas portuguesas del prior de Ocrato. El lunes siguiente (el de la octava de Pascua) es el día la Romería: en la Plaza, el Ayuntamiento convida al pueblo y a todos los visitantes a obleas y vino, servido éste por los escancianos (mozos recién casados).
El lunes de Pentecostés (ahora trasladado al sábado anterior), se celebra la romería de Maralviejas o Majadas Viejas, en una ermita situada en un bosque de robles cercano al pueblo.
Y llegamos a la del Corpus Christi, una de las más hermosas celebraciones albercanas; se pulen las ventanas y balcones por donde va a pasar la procesión con colchas y paños bordados.
Siguen vivas muchas costumbres tradicionales en La Alberca, aunque no se descubran a primera vista, ni en un viaje rápido, están arraigadas en lo más profundo del sentir de su gente, perpetuadas a lo largo de los siglos, es herencia de nuestros antepasados. Desde el mismo momento que sus pies pisan las piedras de La Alberca. Al viajero de ojos curiosos se le muestran en toda su esencia, transportándolo a través del tiempo a lugares y épocas de leyenda, en otros sitios olvidados.
Todo se puede resumir en una sola palabra “Medieval”.
Cuando llega agosto y en día solemne, hay que echar las campanas al vuelo. Esas campanas que aunque hoy estén sincronizadas para sus diversos toques, fuegos,… nos siguen transmitiendo con su singular lenguaje la emoción del momento.
Las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Asunción, son las fiestas más importantes de La Alberca. Están declaradas de Interés Turístico Nacional, y se celebran del 14 al 18 de Agosto .
Si el día de Santiago se tiran cohetes y suena el esquilón, significa que en las fiestas habrá toros. El sábado anterior al Diagosto se celebra la misa de los cohetes, de Madrugada; el sábado posterior a las fiestas se celebra la Misa de las Estrellas. En la víspera del día grande, tocan las campanas a fiesta, y son dos tamborileros los encargados de dar el pasacalles por las calles de la localidad.
El Diagosto como se conoce al día 15 de Agosto en La Alberca, es el día de la Asunción de la Virgen, patrona de la localidad.
Por la mañana, un tamborilero es el encargado de dar el pasacalles. A media mañana, autoridades, mayordomos, cofrades y danzarines, se reúnen en la Plaza Mayor, desde donde parten en comitiva hacia la Iglesia Parroquial.
Después de la Misa Mayor, la talla de la Virgen de la Asunción es llevada en procesión, por calles “pulidas” con colchas, paños, flores,.. y escoltada por autoridades, mayordomos y danzarines, llega hasta la plaza mayor.
Colocada la imagen en el flanco sur de la Plaza, da comienzo el Ofertorio. Un ritual con un orden muy estricto y solemne, en el que primero ofrecen autoridades y Mayordomos ataviados con los trajes típicos, arrodillándose tres veces, en tres sitios determinados ante la Patrona y nunca dándole la espalda.
Después ofrecen de la misma manera las familias de los Mayordomos; cada familia sale por una de las cuatro esquinas de la Plaza, y en un riguroso orden de parentesco, los familiares del Mayordomo van ofreciendo.
Por último, los danzarines, bailan la cruz, el corro, los paloteos (conmemoraciones de antiguas danzas guerreras), y tejen y destejen el ramo. Es este uno de los días, donde se pueden contemplar con mayor belleza los trajes de La Alberca, y como no el espectacular Traje de Vistas, que lucen las Mayordomas y las novias el día de la boda.
Este día el de mayor significado de la primavera en cuanto a manifestaciones religiosas y populares. Las amas de casa tienen que sacar de sus armarios y arcas los mejores paños, las más lujosas colchas con bordados realizados por ellas.
El día del Corpus Christi se vive en La Alberca, con una emoción inusitada. Todo el pueblo es testigo de la procesión bajo palio del Cuerpo de Cristo, escoltada por autoridades y mayordomos.
En las calles por donde pasa la procesión se pulen y adornan balcones, ventanas, paredes… con paños, colchas, mantones, flores… y se perfuma el suelo con tomillo y otras hierbas aromáticas, con una explosión de colores y olor, que hace que el visitante se sienta trasladado a otra época.
Las autoridades son las encargadas de llevar el palio que protege al Santísimo, hasta su llegada al altar de la Plaza, momento en el cual, son los Mayordomos, los encargados de portarlo el resto de la procesión.
En el itinerario de la procesión, se colocan cinco altares, en los cuales el Santísimo, en su custodia de plata, es mostrado a todos los allí presentes, y es rociado por pétalos de rosas de los niños que ese año han tomado la primera comunión.
El quinto altar, es sin duda el más importante. Se coloca en el atrio de la Iglesia, y allí ante el Santísimo ofrecen autoridades, mayordomos, cofrades y familias de los mayordomos; esta vez tres familias, una por cada esquina del Solano.
De nuevo han de arrodillarse tres veces sin dar la espalda al Santísimo, pero con la dificultad añadida de que esta vez lo tienen que hacer subiendo y bajando las empinadas escaleras que dan acceso al atrio de la Iglesia.
Es otra de las ocasiones en que contemplar en todo su esplendor, la espectacularidad de los trajes y más arraigadas tradiciones y sentimientos en La Alberca.
Noviembre en La Alberca es época de magostos, de asar castañas al amor de la lumbre de suelo. Y recordar. Porque la palabra magosto es única y exclusivamente una cosa, la palabra recordar.
Es una fiesta albercana consistente en asar calvoches (castañas) en la lumbre o en los calvocheros, en las vísperas del día de los Todos los Santos.
Antiguamente, se relacionaba con la necesidad de mantenerse despierto esa noche, ya que cada hora, el reloj de la torre y las campanas recordaban la necesidad de rezar una oración por los difuntos.
Hoy en día, es más una fiesta en la que se aprovecha la recolección de la castaña, para degustarla al calor de la lumbre y con los compases de la gaita y el tamboril.
La Loa es una especie de Auto Sacramental que inicia las representaciones teatrales del Solano la mañana del día 16 de agosto.
El día 16 de agosto, después del encierro matinal por las calles del pueblo, y de que las campanas de la Iglesia convoquen a los vecinos, se celebra en el Solano la “loa”.
Esta no es más que un auto sacramental, en el que se escenifica la victoria La Loadel bien sobre el mal, pero con la particularidad de que es uno de los autos sacramentales medievales, más antiguos de España, la arraigada tradición que tiene en La Alberca, y la peculiaridad de sus personajes.
El más destacado sin duda es el conocido como la “serpiente”, un monstruo con cuerpo y cabeza de chivo, y con siete cabezas de serpientes, que representan los pecados capitales.
Sobre los lomos de la serpiente, hace su aparición el demonio, y comienza un espectáculo pirotécnico, simulando el fuego del infierno. El demonio tienta a los galanes que van a celebrar la fiesta de la Asunción, pero en esos momentos aparece el Arcángel San Miguel…
La fiesta se celebra el lunes de Pascua. Al atardecer la mujer mayor o más valiente que esté en la Era, delante de la ermita, bajará el Pendón, por el Barrionuevo a la Plaza, entre risas, cánticos y jolgorios.
Cuenta la historia, que durante la guerra civil castellana que enfrentó a Isabel la Católica y a Juana la Beltraneja por el trono de Castilla, tuvo lugar cerca de La Alberca una batalla conocida como Las Matancias; en este paraje de La Alberca, cercano al pueblo, las mujeres albercanas atacaron por sorpresa a las tropas portuguesas del Prior de Ocrato, del bando de la beltraneja; como símbolo y recuerdo de su victoria estas mujeres se quedaron con el pendón del Prior de OCrato, una luna sobre fondo rojo. En agradecimiento a esta acción, la Casa de Alba, del bando de Isabel la Católica y de quien dependía de La Alberca, dio una provisión, por la que se invitaba a los vecinos del pueblo a vino:
“Yo, Doña María de Toledo, Duquesa de Alba, Marquesa de Coria, etcétera, hago saber a vos Bernaldino de Henao, Corregidor que sois de la mi villa de Granada, e a otro cualquiera que de aquí
adelante fuere, a vos los Alcaldes e Regidores e
Procurador del mi Conçaijo de mi lugar del Alberca, que por parte del dicho lugar me fue fecha relación por su petición diciendo que en dicho Conçaijo del Alberca tiene, por
costumbre muy antigua, en cada año hacer una proscisión a Nuestra Señora de la Peña de Francia, la cual hacen el martes de Pascuas de Espíritu Santo y otra el lunes que llaman Albillo, que es
después del Domingo de Cuasimodo, en la cual van a
Nuestra Señora de Majadas Viejas, y el lunes de Pascua de
Resurrección sacan al hexido el Pendón del dicho lugar, que ganaron cuando la Guerra de Zamora.
Y cuando van las dichas proscisiones de los vecinos del dicho lugar llevan de comer de sus casas y el Conçaijo les da el vinoque se gasta en las dichas proscisiones. Y el día que sacan
el Pendón dan dos veces de vino a cada uno. Y que
estando, como están, en posesión de tiempo inmemorial de lo poder ansí hacer, vos, el dicho Corregidor, en las visitas que habéis hecho de la tierra de la dicha mi villa, les habéis mandado que
no den el dicho vino del dicho Conçaijo, sin mi licencia y
mandado; en lo cual, dicen, rescibir notorio agravio, lo cual todo fué por mi mandado, visto en mi Consejo y conmigo consultado.
Y en ello proveyendo, mandé dar e di la presente, por la cual, siendo lo susodicho, cosa tan antigua, como dicen que es, y atento que en muchos otros Conçaijos sea costumbre que, cuando van
las proscisiones el lunes Albillo, los conçaijos del
Alberca quisieren ir y fueren por sus desvociones a las dichas dos proscisiones y sacaren el Pendón sobredicho, el día que dicen que se saca, pueda el dicho Conçaijo de la Alberca lo gozar desto por mi mandado e permitido.
Fecha en la mi villa de Alba, a siete de Mayo de mil e quinientos e cuarenta e siete años. Yo la Duquesa Marquesa. Por Mandado de S. S. Juan de Portillo. Pedro Andrés: de derechos tres reales.”
El día del Pendón, se celebra el Lunes siguiente al Domingo de Resurrección; ese día, los quintos, aquellos que cumplen la mayoría de edad ese año y que antiguamente tenían que ir a la mili, aparecen vestidos de serranos en la plaza, sobre caballos ajaezados, y son los encargados de recoger el “pendón” del Ayuntamiento después de ser leída la provisión de la Duquesa de Alba. Lo suben a caballo hasta la ermita de San Blas, lugar donde se celebra la fiesta. Después de subir a lo alto de la espadaña de la ermita, colocan allí la bandera, y acto seguido el Ayuntamiento sirve vino y hornazo a todos los que allí se acerquen. Al atardecer son las mujeres las encargadas de subir a la espadaña, quitar la bandera y devolverla al Ayuntamiento.
En la fiesta los jóvenes oyen misa y bailan ante la Virgen que quizás dejara entre estas rocas el rey visigodo Don Rodrigo para que no cayera en manos de sus enemigos árabes.
ROMERÍA DE MAJADAS VIEJAS
Cuenta la leyenda, que Don Rodrigo, después de perder el trono en la batalla de Segoyuela de Cornejas, se refugió en estas sierras, y escondió una Virgen que acostumbraba a llevar en sus batallas.
Esta virgen, fue encontrada por un ermitaño, Froilán Porqueiro, del vecino pueblo de Monforte, y que los vecinos de La Alberca levantaron una ermita donde honrar a la Virgen; sería llamada Virgen de Majadas Viejas, porque apareció en un lugar donde los pastores levantaban sus cabañas y donde llevaban al rebaño, y en su honor el día de Pentecostés se celebraría una romería en honor a la Virgen.
Esta romería se sigue celebrando desde tiempo inmemorial, y ese día, la Virgen es sacada en procesión, después de una misa en la ermita levantada en su honor.
Los niños bailan las danzas a la Virgen, y por la tarde después del rosario, se lleva en procesión a la Virgen, a las mismas peñas donde apareció, y allí se representa una loa, o auto sacramental donde se conmemora la aparición de la Virgen. Finalizada la loa, la plaza de la ermita es testigo de una capea popular.
En este paraje a tres kilómetros de La Alberca, en medio de un robledal, se reúnen los albercanos, y en una jornada campera, pasan este día de fiesta.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR