La Feria de Abril, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, constituye una de las señas de identidad más
significativas de Mairena del Alcor. Primera y más antigua de las ferias de Andalucía, fue fundada en 1441 por concesión del rey
Juan II de Castilla a Pedro Ponce de León, señor de Mairena. La feria se convierte en un acontecimiento ligado al ocio y el entretenimiento, una manifestación de los valores propios y
andaluces y un excelente reclamo turístico para Mairena y la comarca.
El tradicional paseo de caballos cuenta cada vez con más seguidores, tanto locales como foráneos. Asisten gran número de jinetes y
carruajes desde Jerez y Sevilla. El paseo está supervisado por una sección montada de la Guardia Civil, cuya actuación se ha convertido en un singular espectáculo de cierre.
Feria sin ruido
La calle del infierno de la Feria de Abril de Mairena del Alcor volverá a quedarse sin ruido y con luces fijas el miércoles de víspera y el jueves de feria, cada día de 14 a 18 horas. Se trata de una iniciativa de la Delegación de Fiestas Mayores para hacer la feria más accesible e inclusiva a las personas que padecen trastornos del espectro autista y sus familias.
Las personas dentro del espectro autista son muy sensibles a los estímulos sensoriales. Las luces, ruidos o sonidos con un volumen muy elevado, como la música y sirenas de las atracciones, suponen una sobrecarga sensorial por encima de su umbral tolerable, a veces incluso dolorosa, provocándoles ansiedad, crisis, bloqueos y ataques de pánico.
La Feria de Abril, declarada Fiesta de Interés Turístico de Andalucía, constituye una de las señas de identidad más significativas de Mairena del Alcor, ocasión única en que la villa se identifica, se reconoce a sí misma dotada de personalidad propia. De la importancia, alcance y antigüedad de nuestra feria tenemos abundantes testimonios en los textos de los diferentes escritores e investigadores que a ella han dedicado su esfuerzo. Desde Washington Irving y Estébanez Calderón, pasando por Jorge Bonsor, Marcelino Pérez Calvo, Rogelio Marín, Eusebio Pérez Puerto, Andrés Morales, Antonio Oviedo y muchos otros, los textos publicados nos confirman en la importancia alcanzada por la feria de Mairena.
Fue fundada en 1441 por concesión del rey Juan II de Castilla a Juan Ponce de León, señor de Mairena, para facilitar la repoblación del lugar facilitando el abastecimiento de productos y la movilidad de los ganados en la comarca. En 1757 por Real Provisión, se reforma su estructura estableciéndose las fechas definitivas de celebración los días 25, 26 y 27 de abril.
Su celebración en fecha tan temprana le permitía inaugurar el ciclo de ferias de la Baja Andalucía y servir de punto de concentración de ganados de toda la península para abastecer otros mercados posteriores. Su lugar de celebración fue la calle Mesones y la explanada del Mercado situada delante de la ermita de S. Sebastián, abarcando todo el actual Paseo y la Barriada. A ella acudían ganaderos y comerciantes de casi toda España. En este espacio se disponían varios centenares de puestos en los que se vendía una gran variedad de productos, desde alimentos (dulces, verduras, carnes, platos cocinados), ropas y adorno personales, hasta arreos para animales, herramientas y quincallerería, armas y juguetes.
El gran número de ganados y feriantes que acudían y el abundante dinero fácil que corría de mano en mano, atraía a jugadores, ladrones y prostitutas, que daban su buen trabajo a las fuerzas de seguridad. Para mantener el orden en el real se precisa la presencia de las fuerzas de justicia de la villa, un cuerpo de resguardo de una veintena de hombres dirigidos por el corregidor, y una fuerza semejante de tropas del ejército que todos los años era solicitada a la autoridad militar.
De su fama ofrecen buen testimonio los numerosos escritores y artistas que la visitaron, entre los que destacaremos a los españoles Serafín Estébanez Calderón, Tomás Rubí, Manuel M. de Santa Ana, Gustavo Adolfo Bécquer y a los extranjeros Richard Ford, Standisch y W. Irving. Los artistas de la escuela costumbrista sevillana nos dejaron importantes obras inspiradas en la feria, como Valeriano Bécquer, Villaamil, Cabral Bejarano, Lameyer, Andrés Cortés, y el francés Blanchard.
En todos ellos encontramos descrito el alegre ambiente de la fiesta, en la que se consumían cientos de arrobas de ricos caldos, la brillantez de los bailes, los paseos de caballos y la riqueza de los ricos trajes lucidos, que en palabras de Estébanez, marcaban la moda en el vestir andaluz. Una feria que sabía ser la más alegre y bullanguera de las fiestas amén de excelso mercado.
La administración de la feria corrió a cargo del duque de Arcos durante la segunda mitad del s. XVIII y del Ayuntamiento en el s. XIX. A lo largo de los años se fue desarrollando toda una legislación específica de la feria recogida en numerosas reales disposiciones, autos y bandos que constituye un modelo legislativo preciso. Desde la segunda mitad del s. XVIII la reglamentación de Mairena alcanza unos niveles de eficacia y flexibilidad que le permiten dirigir el complejo entramado comercial y festivo de una feria de gran envergadura, aunando los intereses de ganaderos, vendedores, Cabildo Municipal y Real Hacienda, siempre difíciles de conciliar.
Hasta tal punto esta fórmula, especialmente en su apartado fiscal, llegó a tener éxito, que garantizó la primacía de Mairena durante un siglo, hasta la creación de la feria de Sevilla, sirviendo como modelo para la creación o reforma de otras ferias. Esta estructura se fue extendiendo poco a poco siendo aplicado en poblaciones como Villamartín, Écija o Sevilla.