Las fiestas mayores se celebran en honor de Cristo de Silla, el día 6 de agosto, una advocación fundamentada desde el siglo XVII, dentro de las cuales son de reseñar los actos litúrgicos singulares como “La Alcachofa”, que se celebra al terminar la procesión, donde un niño vestido de ángel canta un motete colgado en un aparato de hojas abiertas, similar a los que se cantan en otras poblaciones de la comarca, acompañado por una melodía que interpretan varios violonchelos y violines. También cabe destacar las Danzas, los Gigantes y los Nanos, pero sobre todo, “la danza de los Porrots”, que se representa sólo ese día, donde los bailadores ataviados a la romana y armados de porras interpretan una danza de aire guerrero al son del tabalet y la dulzaina.
Últimamente también se ha relanzado la fiesta del 20 de enero, en honor de su otro patrón, San Sebastián, celebrando la popular “Feria del Comercio y Alimentación” que cada vez alcanza de mayor presencia y éxito. También se ha recuperado la celebración de Sant Roc a cargo de la parroquia de la barriada.
A estas alturas, Silla es un municipio dinámico y en continua expansión. Las perspectivas de futuro son excelentes, pero no ha olvidado su pasado, dedicando muchos esfuerzos a no perder la identidad como pueblo, por lo que siempre será bien recibido cualquier intento de reencontrar y consolidar el patrimonio cultural.
En Silla, se conoce popularmente como la “Dança dels Porrots” debido al arma que llevan los danzantes. Es una danza grecorromana de los siglos XVI – XVII, también conocida como “Danza de los Alcidas” y así aparece en los programas de fiestas de Silla publicados en los diarios valencianos del siglo XIX y en los mismos libros de fiestas de principios del siglo XX.
Alcides es el apodo de Heracles, personaje de la mitología griega, llamado Hércules por los romanos. Fue el héroe del trabajo y del esfuerzo, se le consideraba el primer competidor y vencedor de todas las competiciones olímpicas, además de ser adorado por los gladiadores y soldados. En las obras de arte se le representa como el ideal de la fuerza viril, con unos miembros musculados, firmes y duros, con expresión seria, barba atornillada y cuello corto. Iba previsto habitualmente de un gran garrote y vestido con piel de león.
Es evidente que el nombre de los danzantes, el arma que utilizan, y la estética en el primer tercio del siglo pasado, con barbas y pelucas, además de una vestimenta imitadora de la indumentaria romana con el 6 símbolo de la corona de laurel llevada a la cabeza, son elementos suficientes para afirmar la idea que nos encontramos ante una representación simbólica del personaje de Hércules, con la pretensión de enaltecer los valores que le fueron atribuidos: la fuerza y la valentía. Estos valores se muestran en la ejecución de la danza, con la realización de verdaderas exhibiciones de fuerza y habilidad – las escenas de los saltos – de cariz atlético, con la adopción por parte de los danzantes de un semblante serio y mostrando las partes del cuerpo presuntamente musculadas y con tensión.
Actualmente la danza es interpretada por grupos de ocho danzantes cada una, número más habitual desde primeros del siglo XX; pero desde los años 1960 hasta 1986, casi siempre había sido interpretada por diez danzantes.
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